Begoña García, una triguereña valiente

PERSONAS

La serie de nuestra revista mensual «Triguereños en otras tierras» está consiguiendo llegar al corazón de nuestros paisanos y de conocer historias verdaderamente apasionantes. Este mes os presentamos a Begoña García Rivero una triguereña que decidió emprender una nueva vida ni más ni menos que en Nueva York junto a su pareja. ESTA ES SU HISTORIA.

TN – ¿Podrías presentarte y decirnos a qué te dedicas actualmente?

Begoña Pues soy Begoña García Rivero, natural de Trigueros y ahora mismo me dedico a cuidar de mis bebés; de un niño maravilloso, de dos años que es neoyorquino y de una niña de mes y medio que es neoyorquina también. 

TN – ¿Qué edad tienes y con qué edad te fuiste a Nueva York?

Begoña  Tengo 40 años y me fui hace 8, con 32 años.

TN – ¿Por qué decidiste marchar a Nueva York?

Begoña – Me fui con mi pareja, Víctor. Cogimos la maleta en el 2010. Nosotros estábamos viviendo en Sevilla porque Víctor es de allí. Teníamos montados unos negocios: él una compañía de eventos y yo una tienda de delicatessen y productos gourmet. Empezó la crisis en 2010-2011, entonces decidimos que antes de formar una familia y tener más responsabilidades, debíamos cerrarlo todo e intentar un proyecto nuevo fuera de España, porque aquí las cosas estaban muy mal. Entonces, como mi cuñado vive en Nueva York, teníamos posibilidades de ir para allá. Nuestra idea era montar un restaurante español con Jaime Guardiola, un amigo de Víctor.

TN – ¿Se llevó a cabo ese proyecto?

BegoñaEse proyecto, cuando estuvo a punto de realizarse, nos dimos cuenta de que los restaurantes españoles que hay allí lo tienen difícil, es complicado, la inversión era muy grande… Pero una vez allí, como yo nunca había estado en América, pedimos a mi cuñado que nos llevase a comer la hamburguesa más rica de todo Nueva York. Mi cuñado nos llevó a «Black Iron Burguer», un restaurante muy pequeñito, de madera, con toque irlandés… precioso… La hamburguesa nos encantó y repetimos muchas veces, casi todas semanas íbamos para allá y al final, surgió la oportunidad del traspaso de esta hamburguesería. Jaime le dió una vuelta a la receta y nos pusimos a trabajar en ello.

TN – ¿A día de hoy seguís en este negocio?

Begoña  Con el tiempo entraron más socios, necesitábamos más chefs y los llevamos de España… Yo me desvinculé un poco cuando la empresa empezó a crecer y me puse a trabajar en una guardería porque tenía ganas de ser madre y no tenía ni idea y yo estaba muy lejos y pensé que me iba a venir bien. Así que una amiga, Joan, me lo propuso y me fui con ella para allá. Estos últimos tres años años estuve con ella y he aprendido mucho sobre los bebés y los niños. Incluso les enseñaba flamenco.

TN – Vuestra formación realmente, ¿cuál es?

Begoña Yo estudié comercio y marketing y Víctor es técnico de sonido e iluminación, «muy en la línea de montar un restaurante» (sonríe). Yo creo que a todas las cosas hay que echarle valor, ganas y trabajo. Es dejarte llevar, tener la mente muy abierta. Nueva York es una cuidad que te abre mucho la mente. Consiste en no enfocarte solo en una cosa y pensar que si no es por aquí, puede ser por allí. Yo no había sido profesora en mi vida y al final me encantó. Y nada, fuimos creciendo. entró otro socio de Bangladesh, que tenía restaurantes en la ciudad y «Black Iron Burguer» acabó convirtiéndose en tres restaurantes y presencia en tres mercados gastronómicos. Muy contentos y felices hasta que ha llegado la gran ecatombe mundial del Covid-19.

TN – ¿Eso es lo que os ha impulsado a volver temporalmente?

BegoñaEso ha hecho que los niños y yo nos quedemos todo este año aquí en Trigueros y Víctor irá vendrá porque ahora mismo solo tenemos dos restaurantes abiertos, uno con mesas fuera y otro de entrega a domicilio, pero todo lo demás está cerrado. Nueva York está blindado.

TN – Enfocándonos en la esencia triguereña ¿qué es lo que más echas de menos cuando estás fuera?

BegoñaPues familia, amigos y todo lo que es Trigueros, en general. El poder dar un paseo por las plazas, poder ir al mercado, todo el ambiente triguereño que he querido promover por Nueva York. Todos los amigos que me conocen saben qué es San Antonio Abad, saben qué son los toros, saben que tenemos romería… También, mientras que estábamos en los restaurantes hasta que llegué a la guardería, me hice un alter ego y me vestía de gitana y me iba a bailar y tocar los palillos por toda Nueva York, porque se echa mucho en falta. Además yo soy «una disfrutona» y a mí me gustan todas las fiestas de mi pueblo y me implico en todas ellas todo lo que puedo. Recuerdo que mi primer cumpleaños en Nueva York lo celebré con amigas de Corea y Japón, un 23 de enero, con el ordenador puesto en el 24 horas de la ermita de San Antonio Abad y explicándoles cómo era toda la fiesta, con un frío que pela en Nueva York, con la tarta y la botellita de vino. Viviéndola en la distancia y ellas alucinando en colores. 

TN – ¿Te planteas volver a Trigueros algún día para quedarte?

Begoña Mi vida está en Trigueros, cerquita de los míos. Nosotros nos fuimos con un proyecto de 10-11 años, nos hemos venido a los 8 años. Queremos volver porque me ha faltado y no me ha gustado irme corriendo de Nueva York. Para irse de allí hay que irse disfrutando Nueva York abierto y todo lo que la ciudad puede ofrecer y ahora mismo está todo que da pena verlo, se me saltaban las lágrimas de andar por allí. Ni en una película de miedo te imaginas que una ciudad tan grande con tanto movimiento de gente, va a acabar así. Por tanto, nuestro plan de este año es quedarnos en Trigueros y Víctor irá y vendrá. Ya estamos todos empadronados aquí y el niño empezará a ir al Centro de Educación Infantil del pueblo.

TN – Hablando de niños, ¿qué recuerdas de tu infancia?

BegoñaDe mi infancia me gustaba muchísimo la Virgen del Carmen, eso de llegar el verano, las fiestas, que se ponían las calles preciosas… No sé, ese recuerdo siempre lo tengo, que a veces soltaban palomas desde la calle. Era como la llegada del verano y el final de clases. Me encantaba ir a mi colegio «Fray Claudio» y el día posterior a las candelas, que siempre hacía frío pero quedaban rescoldos en las calles y podías calentarte el culete y las manos antes de ir a clase. También me gustaba mucho vestirme de nazareno y procesionar con el Cristo de la Urna.

TN – Y de la gastronomía de tu pueblo, ¿qué destacas?

Begoña Las tostás y las migas «me pirran», pero la tostá triguereña para mí… De hecho, siempre que va alguien a Nueva York y me pregunta qué puede llevarme, le pido el medio kilo, pero el pequeñito, porque el grande a ver donde lo tuesto yo allí en el piso (sonríe).

TN – Bueno, Begoña, oímos por ahí al peque, nos decías que tienes dos, ¿no?

BegoñaSí, Erik de dos años y la niña, Luna, que tiene ahora mismo 6 semanas. Creo que ha sido la primera bebé en hacer un vuelo tan largo. Con tres semanas me la traje.

TN – Pues enhorabuena por la nueva maternidad. Luna será más triguereña que neoyorquina…

BegoñaSí. aunque esperemos que todo vaya bien y en cuanto Víctor no pueda estar yendo y viniendo, pues ya nos volveremos toda la familia para estos dos, tres añitos que nos quedan en Nueva York, pero luego, volveremos nuevamente a casa.

TN – Pues nada Begoña, encantada de conocer tu historia y muchas gracias por atender a TN.

Begoña Nada, cuando me veas por el pueblo con dos niños y chillando, esa soy yo (se despide simpáticamente). Para cualquier cosa que necesites, no dudes llamarme.

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